Variedades del Cuatro Venezolano
La guitarra renacentista europea no era un instrumento de rasgos uniformes e invariables. Por sus representaciones en las artes plásticas de la época, se pueden distinguir varios tipos o modelos que variaban de región a región o de país a país. Esta variedad de guitarras originó los distintos modelos de cuatro que han sobrevivido en Venezuela, los cuales vendrían, pues, a ser algo así como el reflejo de instrumentos regionales que se tocaban en España en tiempos de la conquista.
Algunos de estos instrumentos, como el cuatro y media o el cuatro de pico, sobre los cuales no existe prácticamente ninguna información en las fuentes históricas europeas, deben considerarse como la última expresión de una tradición española muy localizada que, para la época del descubrimiento, debía estar a punto de perecer en la metrópoli. Su llegada a Venezuela procedente de algún que otro foco activo en la Península, los salvaría del más completo de los olvidos.
Desde un punto de vista técnico, la notable longevidad de estos distintos tipos de cuatro, descansa en dos aspectos fundamentales del instrumento, la sencillez de su construcción y la facilidad de su manejo. Es importante no perder de vista que dentro de la colonia ni el cuatrista ni el constructor de cuatro podían vivir de su arte y que, por lo tanto, su dedicación a la música y a la violería respectivamente, se limitaba a los ratos de ocio que les quedaban después del trabajo cotidiano. Ninguno de los dos pudo sentir grandes preocupaciones por cambiar o modificar un instrumento que bastaba y sobraba para el cometido a que lo destinaban.
EL CUATRO TRADICIONAL
El cuatro tradicional presenta unos rasgos bien definidos que se repiten con apenas algunas variantes regionales en los distintos centros de construcción del país.
Por sus dimensiones, los fabricantes clasificaban al cuatro tradicional en varias categorías cuyos nombres varían de región a región. Citemos al cuatro pequeño, al requinto, al cuatro común y a la cuatra.
Desde un punto de vista histórico, es probable que estos tamaños correspondiesen originalmente a las funciones de soprano, alto, tenor y bajo que estos instrumentos cumplían dentro de un grupo instrumental. Viene al caso señalar que en determinados sitios de Venezuela, el cuatro aún recibe ciertos nombres populares, bastante significativos, tales como tiple o ‘discante, los cuales obviamente hacen alusión a la tesitura del instrumento dentro de un conjunto.
El artesano no sólo clasifica el cuatro por sus dimensiones, sino también de acuerdo a su calidad acústica y artesanal. Así vemos que por sus propiedades sonoras, el acabado de su construcción y las características de su madera, el cuatro puede ser corriente o fino.
Cuatro construido por Pedro María Querales, en Barquisimeto, en 1922, el cuál recibió la medalla de plata el 22 de agosto del mismo año, como el mejor constructor de instrumentos de cuerdas , del Distrito Torres , en el Estado Lara.(colección de Rafael Casanova )
En las últimas décadas ha surgido el cuatro como instrumento solista o de concierto. Este fenómeno ha condicionado la construcción de ciertos artesanos, quienes intentan compaginar los más recientes adelantos de la violería internacional con las técnicas que aprendieron por tradición oral.
Las metas de los maestros luthiers que hoy en día cultivan la construcción de este tipo de cuatro son las mismas que se han fijado los grandes violeros de todos los tiempos, cualquiera que haya sido el instrumento de su predilección: calidad y equilibrio de voces, sonoridad, facilidad de ejecución y pulcritud artesanal.
El cuatro de concierto goza de dos tipos aceptados de afinación: la tradicional y la arrequintada o con prima aguda. Esta última, que ya vimos al hablar de la tablatura, guarda estrecha relación con el temple nuevo de la guitarra renacentista.
Desde 1974, a solicitud de Rafael Casanova, el Luthier Ramón Blanco, construyó un cuatro con maderas nobles de Palo Santo, Abeto y Ebano, adicionándole 3 trastes en el diapasón, de los 14 que comúnmente lleva el cuatro, y desde entonces ha ganado popularidad esta variación, por todos los cuatristas a nivel nacional. El Profesor Blanco ha denominado, a este cuatro de 17 trastes en el diapasón, Modelo Casanova.
Primer cuatro solista modelo Casanova, construido por el Luthier Ramón Blanco, Caracas 1974
EL OCTAVO
Como su nombre lo indica, este instrumento presenta ocho cuerdas, las cuales se disponen en cuatro órdenes dobles. El octavo es prácticamente una guitarra renacentista, puesto que tiene el mismo número de cuerdas y de órdenes, la misma forma y básicamente el mismo uso. En cuanto a la afinación, es importante señalar que el primer orden cuenta con un bordón. Esta particularidad podría ser el reflejo de un tipo de encordadura que se practicaba en la guitarra renacentista y sobre la cual no existen noticias escritas en las fuentes históricas.
El bordón de la prima podría esclarecer una de las interrogantes que la musicología moderna se plantea en torno a la guitarra renacentista. En efecto, este instrumento llevaba a menudo una sola prima en lugar de las sólitas dos cuerdas de cada orden, hecho que generalmente se ha atribuido a la dificultad de encontrar dos primas iguales. Sin embargo, este argumento es un tanto frágil, pues, si era problemático conseguir dos primas, iguales, también lo era hallar dos segundas o dos terceras idénticas, y, a pesar de ello, estos órdenes siempre fueron dobles.
Ahora bien, si aceptamos la posibilidad del bordón en la prima de la guitarra renacentista, tal como lo hallamos en el octavo, surge una explicación mucho más plausible: cuando en la Baja Edad Media y a principios del Renacimiento la guitarra no era más que un instrumento de acompañamiento que se tocaba rasgueado, esta cuerda significaba una riqueza armónica adicional, dándole mayor plenitud al acorde ejecutado, pero cuando en el siglo XVI está guitarra popular cobró características de instrumento solista, el bordón pasó a ser un estorbo por el cruce de voces y las incoherencias polifónicas que ocasionaba en el bajo. En este punto, el músico pudo optar por eliminar el bordón quedando el instrumento con siete cuerdas. Siguiendo esta hipótesis, no debe causar asombro que el bordón de la prima nunca se mencionara en los libros de música para guitarra del siglo XVI, puesto como ya se señaló anteriormente, estos pertenecen todos a géneros de la música culta en la cual el bordón no tenía cabida.
El octavo se halla hoy prácticamente extinto. Según los últimos cultores de tan importante tradición, el bordón de la prima se puede colocar tanto del lado externo del mástil como del lado del segundo orden.
En la fotografía inferior podrán observar un octavo perteneciente a la colección de Rafael Casanova, el cual le fue obsequiado por el Violero Mateo Goyo, de San José de Quibor, Estado Lara. Según Mateo, este instrumento fue mandado a reparar a mediados de los sesenta, por un señor de avanzada edad, vecino del Tocuyo, y el cual perteneció a su bisabuelo. Este cordófonos, después fue restaurado por el Luthier Oscar García, en Caracas, a principios de los 90, y se estima que fue construido posiblemente en el Tocuyo, aproximadamente en 1860. Teniendo en cuenta estos datos, lo haría el cuatro más antiguo de Venezuela y una verdadera joya, todavía con características de una guitarrilla renacentista española, tales como dimensiones, cabezal y número de cuerdas.
Octavo
Construido posiblemente por José Rafael Monterola en el Tocuyo Estado Lara, aproximadamente
hacia 1860.
EL SEIS
Este instrumento de seis cuerdas dispuestas en cuatro órdenes, puede considerarse como un eslabón entre el octavo y el cuatro. El seis surgió al prescindir de aquellas cuerdas que, desde el punto de vista armónico, menos se notarían en el acompañamiento, es decir, de las cuerdas al unísono de los órdenes interiores.
Este instrumento interviene principalmente en varias manifestaciones del folklore tradicional larense. Su construcción, al igual que la del cuatro tamunanguero,se ubica en la región del Tocuyo.
EL CUATRO TAMUNANGUERO
Este tipo de cuatro, también llamado Requinto Larense, consta de cinco cuerdas repartidas en cuatro órdenes, y puede considerarse como un seis sin la requintilla del primer orden. El nombre Monterol alude a un antiguo violero de la región tocuyana, José Rafael Monterola, quien por sus grandes méritos sentó una escuela, que se ha mantenido viva hasta nuestros días, continuada por el violero Mateo Goyo, ya fallecido. Según Franco Goyo, hijo de Mateo, éste último, le obsequió al Profesor Fredy Reyna, la plantilla que usaba Monterol para hacer sus instrumentos. A continuación verán un cuatro, obsequiado a Rafael Casanova por una sobrina-nieta del Sr. Alejo Parra, del Tocuyo. Este instrumento, fue un regalo de bodas del Sr, Parra en su matrimonio, y data de 1903. Según comentaba el Sr. Parra a su sobrina, fue construido por el mejor constructor de cuatros del Tocuyo, y según la historia, en esa época era José R. Monterola. El cuatro no tiene etiqueta, y se encuentra en perfectas condiciones.
Cuatro tamunanguero o Requinto
Atribuido a José R. Monterola,
El Tocuyo, 1903
En la Baja Edad Media existía en España un tipo de instrumento perteneciente a la familia de los laúdes por estar provisto de un fondo combado y que recibía el nombre de guitarra morisca. Esto significa que durante un periodo bastante amplio que llega hasta los primeros tiempos de la conquista, el término "guitarra" a secas, se utilizaba con un sentido algo ambiguo y tanto podría referirse al instrumento de fondo convexo como al de fondo plano que ya conocemos. A este último instrumento se le daba a veces en la literatura medieval el nombre de guitarra latina para diferenciarla de la guitarra morisca.
El Arcipreste de Hita, Juan Ruiz, nos proporciona en su Libro de Buen Amor, escrito a mediados del siglo XIV, uno de los primeros retratos de estas dos guitarras:
Allí sale gritando la guitarra morisca De las voces agudas é de los puntos
Ariscas.
El corpudo laúd que tiene punto a la trisca
La guitarra latina con estos se aprisca.
(punto = nota)
(tiene punto la trisca = toma parte en -
el bullicio).
Como hemos visto, para el Renacimiento la indefinición de la palabra guitarra había desaparecido, puesto que ésta sólo se aplicaba a la guitarra de fondo plano o latina. La guitarra morisca o de fondo convexo recibió entonces el nombre de bancturria o mandurria tal como se desprende de las siguientes palabras de Michael Praetorius publicadas en 1619:
"Este instrumento es llamado por algunos bandurina y por otros mandora o mandurina tal vez porque (por su tamaño) puede ser fácilmente llevada y tañida. Es como un pequeño laúd de cuatro cuerdas y se afina en sol, re. Algunas llevan cinco cuerdas , y ello tanto en los instrumentos pertenecientes a la familia de la guitarra como del laúd; segundo, por existir una innegable vinculación entre dicha media cuerda y el faux bourdon medieval. En aquella época, ciertos instrumentos de arco o de cuerda pulsada llevaban una cuerda de afinación fija en la parte del bajo llamada bourdon, es decir, bordón, que generalmente daba la tónica o la dominante de la pieza a ejecutar. Más tarde el término faux bourdon, que literalmente significa falso bordón, se aplicó a un tipo de composición en la cual el fundamento melódico de la obra o cantus Firmus se hallaba en la voz superior. Este bordón que dejó entonces de ser verdadero y pasó a ser falso por no hallarse en el bajo como de suyo le correspondía, sino en una voz superior, lo encontramos también en el cuatro y media y cinco y media, hecho éste que nos proporciona una valiosa indicación respecto al desarrollo de esta técnica en la música instrumental.
Fuente
El cuatro en Venezuela
Matías Martínez
El Cuatro y Media y El Cinco y Media
Por la falta de todo tipo de referencia o de alusión a esta clase de instrumento en los tratados españoles del Renacimiento, es de suponer que el cuatro y media proviene de una guitarra medieval que para la época de la conquista ya había caído en un desuso casi completo y que sólo subsistía en la Península de forma aislada e inconexa , y el cinco y media proviene de la guitarra barroca, de 5 órdenes, similar a la iconografía del Museo Diocesano de Coro . La encordadura descrita por Lope de Vega se corresponde exactamente con la del cinco tocuyano; una prima, una segunda, una tercera, una cuarta con su requintilla y, por último, un bordón, y es similar al del cinco y medio falconiano, solo que éste tiene una séptima cuerda fija o media cuerda. En cambio, el cuatro y media tiene 4 cuerdas y la quinta cuerda fija o media cuerda.
Curiosamente, estos instrumentos han perdurado hasta nuestros días, pudiendo ser observados, como los instrumentos acompañantes de las Décimas y la Salves, por los violeros de la sierra falconiana, evidenciándose una vez más ese espíritu tradicionalista que tanto caracteriza al artesano venezolano.
Cuadro de pintor anónimo, donde se observa un cuatro y media (Estado Falcón)
Rafael Casanova con un cinco y media, construido en el caserío San Hilario, en la Sierra de San Luís, Estado Falcón, aproximadamente en 1997 y perteneciente a la Dirección de Cultura, de la Gobernación del Estado Falcón. Detalle de la clavija correspondiente a la séptima cuerda, la cual es fija.
Cinco y media, construido aproximadamente en 1890, perteneciente a la familia Cazorla, en Coro, Estado Falcón
Detalle de la cejillla de la media cuerda en la tapa del instrumento.
Cuarto Cinco
Aunque no es común encontrarlo
es posible por encargo de músicos
a los constructores
siendo de proporciones un instrumento más pequeño que el Medio Cinco larense
Aunque el cinco no sea un tipo de cuatro, hemos creído conveniente detenernos algo en este instrumento por los importantes datos históricos que nos aporta para el estudio del cuatro, pudiendo estar incluido en la familia del cuatro venezolano.
Como ya mencionáramos anteriormente, la guitarra renacentista desapareció, en Europa a finales del siglo XVI para dar paso a un nuevo instrumento, la guitarra barroca de cinco órdenes. Esta guitarra también hizo historia en Venezuela, pues el cinco de seis cuerdas repartidas en cinco órdenes que interviene en varias manifestaciones musicales larenses, no es más que una derivación de aquélla.
Lope de Vega nos dejó en su obra El Arenal de Sevilla, publicada en 1603, los versos siguientes:
Prima la llama: no sé
Si esta prima es verdadera;
Mas no es la cuerda primera
Que por prima falsa esté.
Hacemos un instrumento
Cinco en esta misma casa;
Que donde el infierno abrasa
No habrá tan discorde acento
Es la prima quien Le digo,
Que Doña Laura se llama,
Falsa hasta agora en la fama,
Y siempre falsa conmigo.
La segunda y la tercera
Hacen Toledo y Urbana,
Un criado y una anciana,
Que suenan mal donde quiera;
La cuarta y re quinta ha sido
Don Lope, porque sospecho
Que de la prima se ha hecho,
Y que tiene el mismo sonido;
Yo vengo a ser el bordón
En quien la música estriba;
Que no quiere amor que viva
Sin bordón tanta pasión.
Tomado en el sentido figurado, Fajardo expresa lo siguiente: "dice que (Laura) es una persona de elevadas cualidades, pero a mí no me consta y no es la primera vez que se otorga a una mujer mayores cualidades de las que posee". Apartándonos ahora de las alegorías y trasladándonos al terreno de la guitarra, este pasaje significa: "dice que es la cuerda más aguda, pero a mí no me consta y no es la primera vez que se pone en su lugar a otra que no tiene tal entonación". Estos cuatro versos de Lope de Vega implican, ni más ni menos, que en ciertas ocasiones la cuerda situada donde de suyo debía ir la cuerda más aguda, es decir, en el lado exterior derecho del instrumento mirado de frente, tenía una afinación más grave que otra u otras cuerdas al aire de la guitarra.
Si a la evidencia de Lope de Vega respecto a esta falsa prima añadimos el testimonio histórico del cuatro venezolano que desciende de la guitarra renacentista y también lleva una falsa prima, podría deducirse que no sólo la guitarra barroca, sino también la renacentista se afinaba a veces de esta forma, afinación ésta que pudo imponerse luego en Venezuela para condicionar y determinar la del cuatro tradicional, o sea la del cam-bur-pin-tón.
Esto no deja de ser interesante, puesto que en la abundante literatura que se escribió para la guitarra barroca, no se hace ninguna referencia a este tipo de encordadura recogida por Lope de Vega, siendo necesaria la realidad del cinco tocuyano o larense para corroborar de forma definitiva, la corrección y justeza musical de las palabras del poeta. Dicho de otro modo, sin el cinco la descripción de Lope de Vega se podría interpretar como fruto de una libertad artística y, paralelamente, sin esta descripci6n el cinco tocuyano o larense podría aparecer como resultado de una simplificación o mutación venezolana de la guitarra barroca europea. Sin embargo, la realidad es otra: el cinco avala a Lope de Vega y éste explica el cinco. Pero hay más. La encordadura descrita por Lope de Vega se corresponde exactamente con la del cinco tocuyano o larense; una prima, una segunda, una tercera, una cuarta con su requintilla y, por último, un bordón.
Hemos expuesto estas consideraciones para recalcar que si bien la afinación y la encordadura de los distintos tipos de cuatro podrían atribuirse a ciertos cambios acaecidos en el país, también cabe pensar que dichas características no son más que el remedo de otras más antiguas que afectaban a la guitarra renacentista y de las cuales se ha perdido la memoria pues, no siempre estaría un Lope de Vega a mano para informarnos sobre las usanzas españolas locales o individuales que se apartaban de lo generalizado. El cinco existe en tres tamaños llamados, cuarto cinco el más pequeño, medio cinco el mediano, y cinco completo el mayor.
Observando el ángel tocando la guitarra barroca de 8 clavijas, pero con 5 cuerdas, que se encuentra representado en el Armario del Nacimiento, del Museo Diocesano en Coro, y teniendo en cuenta las consideraciones explicadas anteriormente, es muy posible que El cinco sea el descendiente directo de dicha guitarra barroca, ya que tiene dimensiones similares, al igual que ciertas características en la forma, sonido y afinación.
Rafael Casanova y Ramón Blanco observando el ángel tocando la guitarra barroca de 8 clavijas, pero con 5 cuerdas, que se encuentra representado en el Armario del Nacimiento, del Museo Diocesano en Coro, y teniendo en cuenta las consideraciones explicadas anteriormente, es muy posible que El cinco sea el descendiente directo de dicha guitarra barroca, ya que tiene dimensiones similares, al igual que ciertas características en la forma, sonido y afinación.